El marketing olfativo es una tendencia en auge capaz de proporcionar una experiencia sensorial al cliente. De esta forma se generan percepciones. 

 


La memoria sensorial es el primer tipo que usa el cerebro para recordar cosas. El olor consigue establecerse en la memoria a largo plazo y nos traslada a emociones pasadas, con lo cual, conseguimos generar recuerdo mediante este tipo de marketing.

Hay ciertos olores que nunca olvidaremos como el de la plastilina, la colonia Nenuco, el de las ceras Manley, entre otros.

El marketing olfativo no tiene como objetivo único llamar la atención de los clientes, sino, sobre todos, fidelizarlos.

Los sentidos olfato y oído no se controlan voluntariamente y por lo tanto, se convierten en un arma comercial muy poderosa. Se recuerda mucho más un aroma que una imagen.

Entre otras muchas ventajas, se establece un contacto directo tras generar una experiencia. Por otro lado, un perfume crea personalidades y por lo tanto, es una técnica muy útil de segmentación. Es difícil diferenciar el marketing sensorial del experiencial. Se recurre mucho al marketing olfativo principalmente en el sector automovilístico. BMW diseñó una campaña en Canadá cuya creatividad olía a coche nuevo y elaboró una serie de tarjetas publicitarias perfumadas que fueron enviadas a los compradores.

Es tanto el poder que ejerce este sentido, que puede influir en el estado de ánimo del target.  También, son muchas las tiendas que utilizan una fragancia característica y, de manera inconsciente, el cliente pasa más rato dentro del establecimiento.