La serie True Detective, producida por HBO, ha sido emitida en España por Canal +. Un consejo: si no la has visto, alquílala o cómprala, o si no queda otro remedio, piratéala, porque de no hacerlo te perderás una muestra del mejor cine de los últimos tiempos.
La historia, dividida en ocho episodios, está ambientada en Luisiana y narra la caza de un asesino en serie durante diecisiete años. Está protagonizada por una pareja de policías : Martin Hart (Woody Harrelson), el típico americano de clase media, y Rustin Cohle (Matthew McConaughey), un hombre destruido por la muerte de su hijo, un tipo raro, solitario y nihilista.
Se trata de una buddy movie (película de colegas), pero muy atípica. Hart y Cohle no sólo son diametralmente opuestos, sino que además se odian, y por buenas razones. Pero se respetan como profesionales y al final, tras un largo distanciamiento, se reúnen de nuevo para concluir un trabajo que dejaron incompleto casi veinte años atrás.
A lo largo de la serie, seremos testigos de morbosos asesinatos, crímenes rituales, mensajes crípticos, pederastia, sectas fanáticas… Nada de eso es nuevo, pero sí lo es la forma en que se presenta. En cierto sentido, es como Seven, de Fincher; aparentemente una película más de psicópatas, pero en realidad algo completamente distinto. Y no es gratuita la referencia a ese film, porque True Detective parece un cruce entre Seven y Twin Peaks.
No obstante, la principal baza de la serie son los personajes y sus complejas relaciones. Y, por supuesto, los actores que les dan vida. Ya sabíamos que Harrelson era un excelente profesional, pero muchos consideraban a McConaughey un simple guaperas. Sin embargo, esta serie ha contribuido a convertirle en un actor de culto, porque su interpretación del depresivo Rustin Cohle es sencillamente magistral.
Hay en True Detective otra pareja fundamental: guionista&realizador. Los guiones de Nic Pizzolatto, creador de la serie, son piezas de relojería narrativa, y poseen una profundidad pocas veces vista en televisión. Pero la labor de dirección de Cary Fukunaga no se queda atrás. Sus imágenes transmiten sensorialmente toda la oscuridad del texto de Pizzolatto; sentimos el calor, el sudor, la podredumbre de los pantanos, la maldad… Pocas veces palabras e imágenes han funcionado de forma tan perfectamente coordinada.
En resumen: Otra obra maestra de HBO.
Hablando de parejas creativas, desde que Bill Bernbach definió las bases de la publicidad moderna, la célula básica de la creatividad es la pareja redactor&director de arte. Pero, ¿sigue siendo así? A fin de cuentas la multiplicación de pantallas hace necesaria la incorporación al proceso creativo de otros perfiles profesionales para sacar el máximo partido a las inmensas posibilidades que brinda la tecnología y los entornos digitales.
Pero en ocasiones nos dejamos cegar sólo por la tecnología, ¿cuántas veces hemos visto campañas creadas por el mero objetivo de epatar y alardear de innovación? La tecnología por sí sola, si no trabaja al servicio de la propuesta de marca y se envuelve con la emoción que hace a ésta única, no sirve para casi nada, porque no hay nada detrás, no deja rastro, sólo humo.
La inmensa mayor parte de la publicidad, independientemente del entorno y el formato en el que aparezca, se transmite con la magia que crean imágenes&palabras; dirección de arte&redacción, la doble pareja que necesitan las grandes ideas. Si el proceso creativo no potencia esa magia y prima sólo la tecnología, enciende fuegos artificiales muy llamativos que se apagan rápido sin dejar rastro en las marcas para las que trabajamos.