No sé si se dan cuenta que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, que diría Antonio Machado. Entre el título y el comienzo de esta columna igual se figuran que mi objetivo es que saquen el pañuelo y se pongan a llorar conmigo, pero nada más lejos de mi intención, que sólo es que se den cuenta que estamos en otro tiempo muy distinto al que habitábamos hace, por ejemplo, un mundial.
Parece que Suetonio cuenta que Augusto utilizaba, como muchos otros romanos el término que encabeza estas líneas (ad kalendas graecas) cuando se refería a cuando iban a pagar sus deudas determinados morosos conocidos del emperador: nunca.
Lo mismo podrían decirnos a los espectadores futboleros los directivos de Mediaset si nos permitieran preguntarles cuando podríamos ver este mundial, como los veíamos cuando la por ellos tan denostada RTVE los transmitía: nunca. El mundial está sujeto a los muy respetables intereses comerciales de su empresa y si queremos ver, un suponer, un partido cuya proyección de audiencia no supere la correspondiente previsión de la competencia, que nos vayan dando…Kalendas graecas.
Y esto no parece tener remedio. Ante la paupérrima situación de la televisión pública estatal o bien se permite la vuelta de los anunciantes a RTVE o los acontecimientos deportivos se podrán ver o en las ventanas de pago, con lo que se creará tráfico en los bares y se reactivará un sector en crisis, o sólo veremos lo que decida el director de las audiencias de la cadena privada que tenga los derechos correspondientes, sin tener en cuenta otros criterios. Y si España no pita, como puede pasar a tenor de lo visto contra Holanda, peor todavía.
En cuanto al verso de Machado, quisiera reflexionar sobre el aspecto mediático de la reciente abdicación del rey y la puesta en marcha del proceso de proclamación de la sucesión.
Hay opiniones para todos los gustos, natural y lógicamente, pero quiero resaltar dos líneas muy importantes en mi criterio. La primera es el sigilo con que se ha llevado el proceso: con el paso de los días nos vamos enterando que había muchas más personas que las que nos dijeron los “enterados” de turno, en el secreto y que, pese a todo, el secreto se mantuvo, lo que indica que cuando una operación cuya comunicación debe ser puesta en marcha en un momento preciso está bien realizada, no hay fugas que valgan-
La segunda es que la comunicación se viene gestando desde hace meses y si no fuera así, ya me dirán por qué, en una gran parte de los soportes de “sociedad”, se cortaron de raíz algunos rumores de desavenencias, que pasaron, en horas veinticuatro, que diría Lope, a todo lo contrario, por qué se han puesto en valor, como nunca antes se habían puesto, desde los viajes de estado hasta los aniversarios del que, cuando esta columna esté impresa, será Rey de España. En la comunicación reside gran parte del poder.
Se podrá criticar el momento, el modo y la forma, tal como también se podrán ensalzar, pero, en conjunto, y en mi humilde opinión, la comunicación del acontecimiento histórico del que les hablo, ha sido un buen caso para las escuelas de negocios.
Hasta las kalendas de julio (más o menos). Sigan siendo buenos.