Steve Jobs, creador de la multinacional Apple, ha fallecido a la edad de 56 años en su domicilio de Palo Alto (California, EE.UU). Su muerte se atribuye al cáncer de páncreas que le fue diagnosticado en el año 2004.


Cuando en 1976 Steve Jobs inició su andadura por el mundo de la computación junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne en el garaje de su casa, probablemente no era consciente de la magnitud que su negocio alcanzaría apenas unas décadas después. El camino que decidió seguir desde el primer momento sólo podía conducirle hacia el mayor de los éxitos.

Como él mismo dijo en su discurso de graduación del año 2005 en la prestigiosa Universidad de Stanford, “la única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que se hace”, y Steve Jobs amaba profundamente su trabajo. Considerado a sí mismo como “hambriento y alocado”, fue ese hambre de innovación y creatividad constante, sumado a una buena dosis de locura genuina, lo que le permitió visualizar lo que otros jamás se planteaban, llevándole a ser considerado como un auténtico gurú en el mundo de la empresa, la tecnología y el marketing. La capacidad para adelantar acontecimientos y anticiparse al futuro le permitió crear lo que hasta entonces nadie había creado, evitando copiar de esta forma tendencias ya establecidas.

Esa originalidad creativa es la causa de que cada nuevo lanzamiento al mercado de un nuevo producto suponga una ruptura con todo lo anterior, destacándose por sus diseños de vanguardia, tecnología punta, interacción total y sobre todo una portentosa capacidad de convertir los caprichos de los usuarios en su propia necesidad, creándose una verdadera religión en torno al universo de la manzana.