Tengo un buen amigo que hace muchos años nos dijo que quería que le congelaran y así evitar y superar la muerte, pero nunca nos tomamos en serio ni su deseo ni las probabilidades de que se pudiera hacerlo realidad. Bien, pues no se qué pensará cuando lea estas líneas…
Hace unos días tuve la suerte de asistir en Sevilla a la entrega de los Premios Genio, de los que damos un amplio reportaje en las páginas de este número, pero antes de la citada entrega, de una impecable organización bajo el parámetro de la Innovación, pude asistir a unas interesantes ponencias científicas sobre cómo el mundo digital está revolucionando nuestra sociedad y su futuro. Hablamos de cápsulas que pueden viajar a más de mil quinientos kilómetros hora; de coches conectados que viajan sin conductor; de geolocalización que nos ayuda encontrar direcciones inexistentes; y, sobre todo, de la muerte de la muerte.
La tecnología nos permitirá, en pocos años, que algunas de nuestras células sean inmortales e, incluso, nuestro cerebro… Si conseguimos que no le caiga un piano encima y lo aplaste, podría congelarse y trasplantarse a un futuro ser humano, humanoide o robot que ya en la actualidad están ganando en cualquier concurso a todos los campeones de ajedrez o que ya están trabajando como recepcionistas o vendedores. Estos, al igual que nuestros móviles, a golpe de algoritmo, aprenden constantemente y saben más de nosotros que nosotros mismos.
Nuestro cerebro solo es capaz de ir a una velocidad lineal, pero las nuevas tecnológicas van a una velocidad exponencial que nuestro cerebro es incapaz de comprender. Recordemos que la capacidad de todos los ordenadores que desde Cabo Cañaveral permitieron llegar al hombre a la Luna, y lo llevamos ahora en nuestro bolsillo, dentro de nuestro smartphone, aparato que hace cinco años muy pocos tenían y que ahora nadie se puede imaginar su vida sin él.
Esta tecnología digital ya está en nuestra Industria, la Data, la Publicidad Programática han cambiado la forma de relacionarnos con los consumidores y ellos con nosotros. Los comentados algoritmos aprenden continuamente de nuestras formas de movernos a través de nuestras pantallas y nos ayudan con el qué y el cuándo, aparentemente, según esta teoría los ordenadores y robots pronto sustituirán a nuestros profesionales. Entonces, ¿habrá humanos en las futuras agencias?; ¿Los simpáticos robots programados para parecer que tienen emociones sustituirán a nuestros “ejecutas” y “creatas”?
Creo que, aunque visto lo que la tecnología nos trae, el ser humano tiene una característica que el robot nunca podrá copiar o superar: Su capacidad creativa.
Está claro que esta capacidad creativa la intentaran copiar, lo cual también ocurre con algunos humanos de forma habitual, incluso en nuestro sector, aunque en mi modesta opinión, nunca la podrán superar. Por eso, ahora más que nunca la presencia de nuestros profesionales es más necesaria.
Y, como me comentaba un colega: “Si voy a vivir eternamente, ¿para qué quiero llegar a Barcelona en poco más de media hora?”. ¡Qué largo se nos va hacer todo!