El neuromarketing es una técnica que analiza la atención que se presta al estímulo, el esfuerzo por memorizarlo y si toca “la fibra sensible”. Todo ello a través de un casco con múltiples sensores que recoge datos de hasta 2.000 impulsos cerebrales por segundo.
Uno de los principales objetivos de las marcas es comprender a un consumidor que no siempre dice lo que piensa, ni hace lo que dice y le cuesta articular en palabras lo que siente. Y además este consumidor está recibiendo constantemente información por lo que se distrae. De ahí la importancia de analizar las emociones de los consumidores y ahí es donde tiene papel de la neurociencia.
Según Nielsen, una compañía global de gestión de información que proporciona una radiografía completa sobre lo que ve y compra el consumidor, un producto bien comunicado que toca la fibra sensible del consumidor puede vender hasta un 23% más que uno convencional.
Si esta ciencia es aplicada al marketing puede captar y analizar las reacciones emocionales de los consumidores ante los distintos impactos que recibe ante la publicidad. Todo ello a través de un casco con múltiples sensores (entre 32 y 64) capaces de capturar datos de hasta 2.000 impulsos cerebrales por segundo, midiendo así las reacciones emocionales ante estos estímulos, lo que permite saber si esa comunicación es eficaz o no.
Este método combinado con técnicas más convencionales, como el tradicional cuestionario permiten que es precisamente lo que le interesa saber a las compañías.
Una vez se obtienen los datos, los expertos traducen en una sencilla escala de 1 a 10 los resultados obtenidos, siendo 1 la menor actividad generada por el cerebro y 10, la máxima. De esta manera, las marcas obtienen de una forma simple resultados para evaluar si sus comunicaciones son realmente efectivas y en qué tienen que mejorar.
La aplicación del neuromarketing analiza todos los puntos de relación y contacto entre marca y consumidor, y que se pueden resumir en cinco grandes campos. La marca, para conocer a qué ideas o atributos se la asocia; el envase, ya que es el primer encuentro entre producto y consumidor y hay que convertirlo en flechazo; el producto, que debe como mínimo igualar las expectativas que genera la marca; la experiencia de compra, que es el punto de encuentro físico entre marca y comprador; y la publicidad, que es el mensaje que expresa la esencia de la marca y el producto.